Salimos del aparcamiento de Alora, y empezamos a caminar a las 9,50 horas. Somos 20 senderistas. El día está nublado, no hace frio.
Iniciamos la ruta por asfalto, y pronto nos desviamos por un carril de tierra, con varias casas de campo al rededor.
Nos volvemos a desviar por un sendero, en subida. El día se va aclarando por momentos.
Caminamos por una vereda, en continuo ascenso.
Estamos cresteando, a la izquierda, un desnivel con matorral y Monte bajo. A la izquierda, olivos y al fondo, Alora. Precioso pueblo, mucho más grande de lo que se podía esperar, con su castillo en todo lo alto, y una magnifica iglesia.
Seguimos subiendo, La subida es larga, en línea recta, vemos a nuestros compañeros arriba, lo que, a los rezagados, nos da idea de lo que nos espera. Hay que tomárselo con calma, imprimiendo un ritmo constante.
La pendiente es ahora bastante fuerte. Nos vamos adentrando en la montaña, se oye algún que otro quejido y jadeo, nada que no podamos superar. Cuando levantas la vista merece la pena el esfuerzo.
Cuando levamos casi dos horas caminando, paramos a tomar un tentempié. Nos sentamos de espaldas a la montaña, con una preciosa vista del valle. La parada es breve. Nos ponemos de nuevo en marcha en apenas 10 minutos, suficiente para renovar fuerzas.
Al poco de retomar la marcha, tenemos que coger un desvío a la izquierda, que no se aprecia a simple vista. Nos adentramos en un sitio mágico. Una especie de garganta entre rocas, cada cual más fascinante. Hay un sendero que nos conduce hasta un semi-tunel entre dos rocas. Hacemos fotos y nos tomamos nuestro tiempo para disfrutar de este sitio tan especial. Nos hacemos los remolones, nadie quiere continuar, pero no hay más remedio.
A las 12 de la mañana llegamos al “Mirador Hemiruta”. Las vistas son preciosas, a pesar de que el día no es muy claro.
Seguimos la marcha hasta El Pico del Hacho. Nos paramos donde está la cruz. En sus inmediaciones nos paramos a comer. No hay viento y no hace frio, lo que no hace necesario resguardarse, podemos comer entre las rocas, disfrutando de las vistas.
Después de comer, nos dirigimos a las antenas. Esta última subidita cuesta un poco nada más comer, pero es corta.
Tomamos un sendero de vuelta al pueblo, en continuo descenso, bastante fácil y confortable.
Llegamos al punto de inicio a las 15.30 horas. Hemos tardado 6 horas en recorrer unos 13,6 kilómetros con 630 metros de desnivel acumulado.
Magnifica ruta, no creo equivocarme si digo que a todos nos ha sorprendido la ruta. No nos la esperábamos tan sorprendente y especial.
Es lo que tiene Grume, es un club “especial”