Días antes a la prueba, nos preguntábamos ¡¿cómo hacemos para meter los 8 kg que nos exigen, en nuestras mochilas?! Gracias a Don Tomás conseguimos mucho peso en poco volumen. Los secretos de la aventura que no serán revelados.

El día anterior a la prueba, para estar descansados llegamos a Iznalloz, Granada. Cenamos unas tapitas con la bebida, como marca la tradición granadina:

 

“Dice la historia que Alfonso XIII estaba de visita por la provincia de Cádiz, y al parar en una venta pidió una copa de Jerez. El mesonero tapó la copa de vino con una loncha de jamón para que no le entrara arena, y así se lo explicó a Alfonso XIII cuando éste preguntó la razón. Tanto el rey como su séquito, pidieron otra copa de vino. Por supuesto, con tapita.”

 

Antes de acostarnos cayeron cafés, tés, tilas y Pacharanes, para todos los gustos. Dormimos cabeza con cabeza.

 

El día 24 de abril. Arreglamos la cisterna, desayunamos y nos dirigimos, los cuatro valientes, al centro de interpretación del agua, el lugar de encuentro.

Nos entregaron el dorsal y pesaron las mochilas, todas pasaban de 10 kg “más vale que sobre que no que falte”

 

Los nervios se fueron disipando con todos los ánimos de los integrantes de GRUME (muchas gracias a todos). Así que nos dispusimos a hacer la prueba. El orden de salida fue según dorsal en tres bloques, en el primer bloque salió Javier, en el segundo bloque Juan Carlos y en el tercero Tomás y yo.

 

Paso a paso se hace el camino y en menos de las dos horas, al levantar la vista vemos la meta y de regalo: ¡allí estaba! majestuosa, atrayente, blanca y gloriosa, la cara norte de Sierra Nevada con la dama Alcazaba y el rey Mulhacén. Desde aquí podía ver la laguna de la mosca.

 

Nos volvieron a pesar las mochilas y estábamos por encima de los 9 kg. A Alguno incluso le pesaba más que al inicio, misterios de la prueba. Vimos como fueron descalificados otros participantes.

 

Aunque el camino fue tortuoso, imbulcado y apurado, conseguimos superar la prueba, pero todavía quedaba una prueba de habilidad. Consistía, en realizar una trepada con la misma mochila, pasando por una parte resbaladiza, pudiendo poner las manos pero sin caernos y en un tiempo limitado.

 

Nos tomamos una barrita, y realizamos la prueba segunda parte. Que esta vez, se hizo de manera individual.

Con la satisfacción del buen trabajo hecho, el buen equipo; quedaba deshacer lo hecho, la bajada al coche, reponer fuerzas con la cebada y el café, todo con tapa. Y regreso a casa. Como en el colegio, estamos a la espera de las notas, y no hay que decir, que esperamos un aprobado cum laude.
Agradecer a Tomás, a Juan Carlos, a Javier por la buena compañía. A todos los que nos animaron, a los que nos envidiaron, y a todos los que nos leéis. Mil gracias. Ana.