21 enero de 2.023. Salimos de Estepona a las 8 y nos dirigimos a Jimena de la Frontera. Tras cruzar el rio Hozgarganta por el puente, tomamos una carretera y recorreremos 12 kilómetros antes de llegar al punto de inicio de la ruta. La carretera está en buen estado, pero es muy estrecha. El paisaje a ambos lados es precioso, grandes alcornoques sobre un suelo verde y con rocas.
Llega la hora de aparcar. Hoy poco sitio y somos 12 coches, pero nos organizamos lo mejor que podemos y al final conseguimos aparcar sin problema.
Somos 12 coches porque somos 44 senderistas. Record absoluto en la historia de GRUME.
Iniciamos la marcha a las 9,45 horas. Nada más iniciar la ruta nos encontramos con una verja cerrada con candado, lo que nos obliga a saltarla. La saltamos sin sentimiento de culpa, dado que, aunque esta parte de la ruta transcurre por una finca privada, hay una servidumbre legal de paso que el propietario, arbitrariamente, pretende impedir, pero tenemos la seguridad de que nadie nos puede impedir que pasemos.
Caminamos por un carril en buen estado, en suave descenso. Recorreremos unos 5 kilómetros antes de aparezca el barro. Las botas comienzan a pesar, y, aunque es algo incómodo, no dificulta excesivamente la marcha. A ambos lados del camino hay diversas variedades de pino, al menos, pino negro y pino piñonero. Mas adelante, desaparecen los pinos y aparecen los alcornoques.
Hace fresco, dio soleado, aunque en esta primera parte de la ruta hay niebla, lo que impide tener una buena visibilidad. Este problema se resolverá rápidamente, cuando el sol cobra fuerza, y el resto de la jornada disfrutaremos de unas esplendidas vistas.
Llevamos caminando una hora cuando llegamos al “Cortijo de las Naranjas”. Supongo que es este cortijo el que da nombre a las chorreras, ya que no veremos un solo naranjo en toda la jornada.
Paramos a tomar algo ligero. Hay varias fuentes y runas, y troncos de alcornoque que nos sirven para apoyar las mochilas sin que se manchen de barro.
Reanudamos la marcha y nos adentramos en un bosque de alcornoques, preciosos ejemplares. Seguimos caminando por carril.
Nos giramos a la derecha, tomamos un sendero. A ambos lados hay brezo, madroños y quejigos canadienses, distintos al tipo de Quejigos que vemos en la provincia de Málaga.
Al principio la bajada es suave, pero después se acentúa el desnivel y hay un poco de barro, con lo que tendremos que poner toda nuestra atención para no resbalar. Avanzamos lentamente.
La sierra del Algibe, zona donde nos encontramos, es de arenisca y arcilla, por lo que la presencia de barro es frecuente.
Llegamos a la parte alta de la primera de las dos pozas que visitaremos. Desde esta perspectiva es muy interesante ver la caída del agua y como la constante presencia de agua ha erosionado la roca, creando agujeros redondos muy curiosos.
Como somos muchos, una parte sube a la roca y el resto esperamos, y cuando vuelven el resto se asoma, es la única manera, pero el sistema funciona bien.
El descenso a la laguna es la parte más difícil de la ruta, considerable desnivel y terreno inestable, pero con cuidado todo el grupo consigue bajar sin el más mínimo incidente.
La visión de la primera laguna con su catarata es impresionante. Pasamos un buen rato disfrutando el momento y haciendo fotos.
A continuación, por turnos, bajamos a la segunda laguna con su correspondiente chorrera. Preciosa.
Tras disfrutar de la chorrera y deambular por los alrededores iniciamos el ascenso. En fila india y casi en absoluto silencio avanzamos, sin prisa, pero sin pausa, hasta llegar de nuevo al carril.
Nos reagrupamos y caminamos hasta llegar a una zona con rocas a un lado del carril, lo que permite al numeroso grupo encontrar un sitio donde sentarse y comer.
La temperatura es perfecta, el ambiente fabuloso. Tras intercambiar viandas como es habitual, acabamos la comida y reanudamos la marcha. Aunque la vuelta es en continúa subida, el desnivel es suave, y las piernas están en buen estado ya que la ruta no ha sido exigente, por lo que, sin excesivo esfuerzo, y, tras saltar de nuevo la valla, llegamos al coche a las 15 horas.
Hemos tardado 5 horas y diez minutos en recorrer 13 kilómetros con un desnivel aproximado de 400 metros.
Ha sido increíble cómo ha discurrido la jornada, 44 senderistas y una coordinación improvisada, pero con un resultado perfecto, ningún incidente. Me atrevo a asegurar que todos los componentes del grupo han disfrutado de la jornada.